lunes, 19 de mayo de 2008

Soy bella, oh mortales, como un sueño de piedra,
Y mi pecho, que a uno tras otro ha martirizado,
Está hecho para inspirar al poeta un amor
Eterno y mudo igual que la materia.

Reino en el cielo como una esfinge incomprendida;
Uno un corazón de nieve a la blancura de los cisnes;
Odio el movimiento que desordena las líneas,
Y nunca he llorado, y nunca he reído.

Los poetas, ante mis gestos altivos,
Que parecen tomados de los más audaces monumentos,
Consumirán sus días en austeros estudios;

Pero tengo, para fascinar a estos dóciles amantes,
Puros espejos que hacen todo más bello:
¡Mis ojos, mis grandes ojos de eterna claridad!

“La belleza”. En BAUDELAIRE, Charles: Las flores del mal, 1857.

No hay comentarios: